1. Falta más de un mes para la iniciativa Ocupa El Congreso o más bien de » rodear el Congreso de los Diputados y permanecer allí de forma indefinida, hasta conseguir la disolución de Las Cortes y la apertura de un proceso constituyente para la redacción de una nueva Constitución, esta vez sí, la de un estado democrático». En estos 53 días se hablará bastante de la iniciativa. En realidad, ya se ha escrito mucho al respecto.
Por ejemplo, ya ha salido una parte de la izquierda con el discurso de desconfianza extrema hacia la iniciativa. Adivinan en ella la mano negra de la extrema derecha o la repetición de episodios fascistas como la marcha de Mussolini sobre Roma en 1922 o la ocupación de Tejero del Congreso de Diputados en 1981, como lo puede leerse en el blog de Marat. En un artículo de Pedro A. García Bilbao, usa la imagen de «pollo sin cabeza que corre» para describir a la iniciativa. Hasta Juan Torres López se ha desmarcado de la iniciativa, negando que fueran suyos unos correos que tomaban su nombre para apoyar la acción.
Inscriben por lo general a la iniciativa en una estrategia de la extrema derecha por conquistar el descontento social que los recortes producen, atribuyen a la acción un movimiento sin rumbo o consideran que la iniciativa no tiene legitimidad suficiente para las exigencias que formula.
El pensamiento y la expresión son libres. Por eso me parece normal que cada movimiento sea mirado con ilusión, con recelos, … En la presente sólamente intento formar mi opinión.
2. Creo ver parecidas sospechas a las que nunca han dejado de gravitar sobre el 15M en algunas personas y sectores de la izquierda. Sobre este fenómeno ya medité en otra ocasión. Mostré mi pesar porque la vieja izquierda no haya sabido reconocer a una hermana en los movimientos integrados en el 15M.
Da la sensación de que personas muy críticas hacia el orden actual de la sociedad, como Marat o García Bilbao, no admiten ningún club en el que ellos no quieran ser miembros, parafraseando al otro Marx. La crítica que ellos realizan a diario sería calificada por muchos sectores sociales como una deslegitimación de las instituciones, pero la crítica de muchas iniciativas populares como la de ocupar el Congreso es considerada por Marat como deslegitimadora del sistema (que tanto critica, con general acierto) para propiciar la llegada por las urnas de un Hitler, tras la desacreditación de la República de Weimar.
Es curioso que sólo relacionen la palabra «toma» con acciones fascistas y no con la «toma de la Bastilla» o el «asalto al Palacio de Invierno» puestos a buscar usos históricos de las palabras «ocupar», «tomar». De alguna forma, supone un desconocimiento de que la palabra «toma» ha sido muy utilizada en las acciones emprendidas dentro del movimiento 15M: «Toma la calle», «Toma la Plaza», «Toma Bankia», Occupy Wall Street.
Es innegable que haya riesgos de que el descontento y el desafecto social adopten el camino en el que el extranjero, el gitano, el diferente sean apuntados como chivo expiatorio. Ese riesgo no es desdeñable. Pero el tiempo presente difiere en algo fundamental con el tiempo pasado en el que los fascismos crecieron. Aquellos brotaron también como reacción a proyectos socialistas/comunistas/anarquistas de confrontación con el capitalismo en auge. Actualmente los herederos del movimiento obrero están muy debilitados (como es el caso de la CNT) o están muy distorsionados (como es el caso del PSOE, dentro del núcleo del sistema; del PCE, adoptando un papel de socialdemocracia clásica, o de los sindicatos mayoritarios, burocratizados y consensuando los recortes; ninguno de ellos encabeza con determinación movimientos verdaderos hacia un socialismo, una república, una sociedad laica, una economía decrecida).
Da la impresión de que los dueños de la sociedad no necesitan actualmente de una excepción o del autoritarismo represivo, porque la ordinariedad todavía les funciona bastante bien y guardan en la reserva la represión dentro de este régimen. De otra forma no se explicaría que los últimos gobiernos hayan hecho las reformas laborales, la nacionalización de las pérdidas de los bancos o los recortes en derechos sociales con un nivel tan bajo de protesta.
Ni siquiera la aceleración de medidas regresivas en el último año por el agravamiento de los problemas del sistema (endeudamiento privado de bancos, aumento de la deuda pública, desempleo de una cuarta parte de la población activa) han creado una reacción social pareja y los niveles de uso de la fuerza represiva con el actual Ministro de Interior se mantienen por ahora en niveles semejantes (expulsión el 16 de mayo de Sol, desalojo de la plaza de Catalunya, cierre de Sol en agosto, represión en Valencia, siempre en acciones espontáneas) a los que practicaron Rubalcaba y Camacho.
3. En una sociedad en la que el acomodamiento, la anestesia, el shock han funcionado muy bien, hay amplios sectores de población que se han visto desamparados por partidos de izquierda, sindicatos mayoritarios e instituciones cuando han llegado los recortes. Es normal que ocurra. Por eso, es igualmente comprensible que sin origen en la extrema derecha aparezcan acciones de protesta desde los titubeos de los desheredados. O también es explicable que personas y grupos críticos con el modelo social y críticos con los actores-que-representan-el-papel-de-críticos-en-la-escena estén explorando el modo de organizar una crítica nueva y ajena a la protesta institucionalizada. Son dos formas de autogestión popular de la crítica sin el paraguas de las viejas marcas de confianza (CCOO, UGT, PCE, IU) para mucha gente.
Insisto. Puede ser que tengan razón Marat cuando piensa que detrás de todo esto haya también un anhelo de colarse de la extrema derecha muy bien organizada (también lo hay en el uso de la efeméride del 15S) o García Bilbao cuando expresa que estos que protestan no saben. Sin embargo mi percepción es diferente, con posibilidad de que el error sea mío. La iniciatiativa parece venir de grupos hipercríticos (en sentido positivo) que rebasan los planteamientos pacatos de sindicatos mayoritarios o de grupos con menor formación ideológica pero huérfanos de defensores, que ven en iniciativas de este tipo una verdadera trascendencia, se acercan y aprenden en ellas. En cuanto a lo que plantea García Bilbao, tristemente constato que en la actualidad ni la protesta ritual que articulan los viejos actores ni la protesta que intentan alumbran sectores desvinculados de aquella obtiene muchos logros, por lo que parece una arrogancia perdonable despreciar las acciones de otros grupos.
Como sea, la naturaleza de la acción no será la de los promotores sino la del día de la consumación, que posiblemente se oriente hacia uno de estos dos perfiles.
4. Diferente de la cuestión de su origen, seguramente saludable, es la posibilidad de obtener sus objetivos de forzar una disolución de Las Cortes y de abrir un proceso constituyente. Si en la cuestión anterior me arriesgo a pensar que no hay razón para tanto alarmismo, aunque sea positiva la vigilancia del creciente peligro fascista, en la valoración de las posibilidades de derribar un régimen monárquico, oligárquico, imperialista, machista, confesional, insostenible, son escasas. La sociedad actual, a pesar de que el descontento haga albergar vanas ilusiones (a veces se confunde el enorme descontento con las necesarias conciencia, organización y voluntad de trasformación), no me parece capaz de caminar hacia una reconstitución social más progresista.
La iniciativa desde luego promete ser más incómoda para el sistema que las acciones típicas de sindicatos y partidos de la izquierda. El sistema ha mostrado públicamente que no se siente cómodo con este nuevo actor en escena porque no sigue el guión de los actores languidecidos por el transcurso de las décadas. Con total seguridad, la reacción ante las miles de personas que paseen por las próximidades del Congreso de Diputados no será asertiva. En este sentido, quizá sea positivo pensar una forma inteligente de desactivar la iniciativa si no tiene fuerza, para que no se alargue innecesariamente. Con todo, serán los protagonistas del evento los propietarios de los designios.
Digo esto sin esperanza de llevarme una sorpresa, pero no le cierro la puerta (nunca lo hago) a la esperanza de que salte una chispa como la del 15M y se produzca un efecto llamada capaz de dar más proyección al movimiento de ajedrez. No hace falta esmerarse mucho en las predicciones ya que la Historia de Ese Día se escribirá en ese momento, como diría Michael Ende.
Desde luego, mi ánimo está más con los que lo intentan y se esfuerzan en la transformación de avance en la incertidumbre que entre los que dirigen el retroceso o quienes deseaban mantener el mundo aberrante de 2005 y se lamentan ahora (no por la injusticia del capitalismo contra generaciones, pueblos, géneros y personas excluídas) porque ellos pueden formar parte de la humanidad maltratada. Desde hace tiempo tengo más simpatía con los espontaneísmos que García Bilbao rechaza que en las protestas rituales y ceremoniosas de un rato, la tarde de algún jueves, dos veces al año.
juan josé
agosto 4, 2012
totalmente de acuerdo…
Hilde María Couto (@hildemagadala)
agosto 4, 2012
Pienso como tú, saludos
antonio
agosto 4, 2012
Tu análisis del actual movimiento social y civil es inteligente, moderado y completo. Además de progresista.Apoyo tu tesis, saludos..
Samuel García Arencibia
agosto 4, 2012
Muchas gracias a tod@s. A ver si sale algo bonito…
Ectòrix
agosto 9, 2012
No tenía ni idea que querían «ocupar» el Congreso. Yo no conozco la situación del 15-M y todas las asociaciones ciudadanas, pero me da la impresión que esta acción parece descontextualizada y, visto en general con todo el movimiento indignado, por supuesto que siempre hay paralelismos entre los extremos. En este sentido, creo que comparto más la visión de Marat (aunque me he leído rápido su artículo porque era muy largo) y estoy seguro que, como los señores del sistema van a responder autoritariamente, tal acción va a implicar violencia y quizá un estallido más generalizado.
Por supuesto, habrá que verlo. Porque por otro lado creo que lo bueno que tiene es que surge de las gentes y esto puede crear nuevos vínculos entre los ciudadanos que incluso rebasen los límites de asociaciones, sindicatos o otros (pero precisament también por eso es más fácil el surgimiento de la demagogia). Esto indica que los ciudadanos quieren empoderarse de la capacidad política, vamos a llamarlo así, y reivindican la acción constructiva, si bien su éxito será nulo (y esto unido con la violencia y críticas populistas al sistema, es lo que puede hacer de la «ocupación» algo contraproducente).
Samuel García Arencibia
agosto 10, 2012
Como percibo que los riesgos de que derive hacia la extrema derecha son menores que la oportunidad de enganchar o de provocar una concatenación de movilizaciones, prefiero verla con buenos ojos. Es responsabilidad de todos autogestinarla con inteligencia, quien quiera. Salud.
Daniel
agosto 9, 2012
Un artículo muy reflexivo y, en mi opinión acertado.
Como persona cercana al grupo promotor del evento 25S comparto las inquietudes lógicas que suscita el mismo. Es verdad que los objetivos, aunque muy deseables para terminar con esta lenta agonía neoliberal, son de un nivel utópico difícil de asumir por la mayoría de la gente y, aún más cuando no están respaldadas por unas siglas o un rostro reconocible. Es cierto que no existe una organización detrás que asegure el completo control de la situación que se pretende crear y eso siempre es peligroso. Se quiere dar a una ciudadanía quizá no suficientemente preparada la posibilidad de organizarse para volver a construir un modelo democrático válido dada la inapacidad del actual sistema de dar cauce a las necesidades de la población. Y eso es muy difícil. También existe el peligro de utilización del evento por parte de grupos de corte fascista y populista. Todo esto es cierto pero hay que saber de donde surge la convocatoria.
Esta iniciativa surge de la impotencia de la ciudadanía al ver como sus tradicionales vías de expresión ideológica (partidos, sindicatos, etc) no reflejan en absoluto el sentir de la mayoría y las clásicas vías de presión popular (manifestaciones, huelgas, etc) no son tenidas en cuenta en absoluto por nuestros dirigentes. Esto está provocando la aparición de nuevas estructuras (15M, frente cívico, asociaciones ciudadanas como la PAH,etc) y nuevas acciones encaminadas a que se gobierne para los ciudadanos o por lo menos se les escuche. Eso hace que cualquier grupo de ciudadanos que tenga una idea quiera ponerla en práctica. Y eso es lo que ha pasado con este evento.
No sé que escenario tendremos el 26 de septiembre pero yo también prefiero estar al lado de los que lo intentan. Aunque esta convocatoria fracase no tengáis ninguna duda de que aparecerán otras, de momento también pacíficas, hasta que alguien escuche el clamor popular en contra de la situación actual.
Enhorabuena por el blog
Samuel García Arencibia
agosto 10, 2012
Hola. Gracias por las felicitaciones. Coincido en que el desamparo de la sociedad en esta etapa de limitación y recortes de derechos va a salir por muchas brechas. Teniendo en cuenta que las siglas suelen apostar por una protesta ritual, la incertidumbre de este tipo de acciones son la verdadera oportunidad de salir de la senda. En la predecibilidad de las otras acciones el sistema se encuentra bastante tranquilo.
Enrique B.
agosto 16, 2012
Felicidades por el análisis. Muy sensato y desapasionado. Creo que ese es el camino. Analizar la realidad y examinar las posibilidades. Me encanta que hayas utilizado parte del DAFO como método de análisis. Sin embargo echo de menos que no hayas hablado de debilidades y fortalezas del movimiento. Claro está, por el momento existe cierto oscurantismo en cuanto al origen y la dimensión de la convocatoria, con lo que esa parte del análisis queda en el aire.
En cuanto a la amenaza, sin pensar en teorías de la conspiración, creo que el propio sistema tiene mecanismos suficientes para deslegitimar el movimiento desde su origen. De raíz, el stablishment (p. políticos, sindicatos, medios de comunicación) pone el grito en el cielo porque la iniciativa se le escapa de las manos. Se crea la confusión de que el sistema democrático se basa en unas instituciones inmutables y que cualquier amenaza a esas instituciones es algo anti-democrático. Quizás se les olvide, que etimológicamente democracia significa el poder del pueblo y si el pueblo no puede decidir qué camino tomar, quizás no podamos hablar de ese concepto. Es como si algo que consideras injusto y protestas contra ello te dicen que no es válido tu argumento porque el sistema es perfecto tal y como está y si lo criticas eres un anti-sistema. Además, en un país donde la sola mención al concepto de la «Autodeterminación de los pueblos» es considerado tabú, ejemplifica claramente de lo que estamos hablando. El poder establecido, bajo la etiqueta de democracia representativa, roba la verdadera soberanía popular al pueblo en función de la primacía de esas instituciones inmutables. Si el pueblo no quiere eso, no le dan más opción que esperar a las siguientes elecciones y tratar de cambiar a los representantes, unos representantes que en virtud de sus prerrogativas y el poder, no van a cambiar un sistema que los beneficia. ¿es eso democracia? Creo que no. Será otra cosa, pero democracia no.
Otra amenaza, que es la de los populismos y las continuas alusiones a la participación de grupos de extrema derecha, no es más que la constatación de que el sistema democrático es una farsa y no permite a las distintas opciones su participación en el sistema. Ojo, no estoy defendiendo las opciones populistas o a la extrema derecha (y con esto incluyo a todos esos movimientos que tienen un amplio apoyo social y que son considerados fuera del sistema por invocar la antes mencionada «autodeterminación de los pueblos»). Sin entrar a considerar, defender o criticar a estas opciones, lo que está claro es que nuestra democracia está en contra del pluralismo político, lo cual es totalmente incompatible con el sistema democrático y define la poca cultura democrática de las instituciones de este país. También lo es criticar que un partido haya ganado las elecciones generales por mayoría absoluta es ilegítimo porque no coincide con nuestro pensamiento político.
Por lo que respecta a las oportunidades, creo que es un buen momento para reflexionar sobre el camino que queremos tomar. Si queremos seguir como estábamos o queremos una transformación profunda que corrija todas las ineficiencias del actual sistema. Por mucho que quiera el stablishment reducir al concurso electoral, es insuficiente. Se ha visto claramente que el gobierno actual no ha cumplido con el programa electoral. Dicen que es por la coyuntura actual que tienen que recurrir a tales medidas. Qué frenos ofrece el sistema para esto. Ninguno. La separación de poderes es inexistente si el gobierno gobierna a través de decretos, el parlamento está controlado por el partido del gobierno y el sistema judicial está elegido por el pacto de las dos fuerzas políticas mayoritarias. Qué le queda al pueblo, protestar, pero dentro de unas normas establecidas que le impiden alzar su voz frente a la sede de la soberanía popular.
Por último, creo que debería plantearse qué hacer el día después
Muchas gracias de nuevo por tu artículo y felicidades
Samuel García Arencibia
agosto 18, 2012
Muchas gracias por tu amabilidad.
También por enriquecer el análisis. Creo que tiene todas las debilidades y las pocas fortalezas con las que esta sociedad alimenta a los proyectos de ruptura.
Añades la sensación de amenaza que intenta crear el sistema (por el ejemplo, con su artículo en EL MUNDO). Yo sólo me centré en la percepción de amenaza que hay en una parte de la izquierda y me alegro de que traigas esa otra acusación que le llega.
En cuanto a la oportunidad, no soy muy optimista en este particular, como no lo soy en general, lo que no me resta ánimos para el activismo ni me impide tener la esperanza de que el porvenir sorprenda a mi análisis. La acción manifestará que hay grupos de ciudadanos (alguien los critica por ser ciudadanista) descontentos con este régimen y sus políticas, proponiendo una ruptura política claramente de izquierdas, juzgando sus propuestas. Igual atrae a más personas a la causa. Supongo que incomodará. En el pueblo no hay ahora mismo grupos con fuerza y madurez para para lograr estas transformaciones, pero hace falta quien trabaje para ello. Treinta años de embobamiento en un debate YTUMÁS entre PP y PSOE por los grandes medios de comunicación han aniquilado socialmente las capacidades de análisis, organización, acción. A ver si se produce una efecto bola de nieve.
Salud.
Español 100%, tendencia política 0%
agosto 17, 2012
Este tipo de movimientos resultan interesantes y de interés nacional, pues no hay que olvidar de donde proviene el verdadero poder y me parece una buena forma de demostrarlo, ¿no se supone que todo lo que hay es del pueblo, porqué no podemos ocupar el congreso o tal vez no nos hemos dado cuenta y han privatizado los edificios del estado? Lo más importante es que no hay que ir solo a por un partido, si no a por todos, tanto los que lo empezaron, los que lo agravaron y los que están rematando la faena.
Cuanto antes de haga algo mejor, porque cada día que pasa el pueblo está a un paso más cerca de la anarquía por mucha democracia que se diga.
Samuel García Arencibia
agosto 18, 2012
Hola.
Mi opinión es menos ambiciosa. La acción manifestará que hay grupos de ciudadanos (alguien los critica por ser ciudadanista) descontento con este régimen y sus políticas, proponiendo una ruptura política claramente de izquierdas, al juzgar sus propuestas. Igual atrae a más personas a la causa. Supongo que incomodará. En el pueblo no hay grupos con fuerza y madurez para lograr estas transformaciones, pero hace falta quien trabaje para ello.