La vida en el momento de la muerte

Posted on marzo 22, 2017

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La vida está envuelta en tinieblas. Oscuridad y frío. Anhelamos una luz y un calor.

La vida ocurre en la ceguera y en la coacción. Nos ata una cadena. Tenemos que vender para poder comprar el alimento que nos da nueva vida. Te atrae y rompe otros lazos.

La vida te arranca de las entrañas del amor. Te aleja. Te aparta. Te arrincona. Rompe lazos.

En la vida te seduce el brillo del oro. Se apodera de ti. Apaga otros amores.

La muerte te devuelve el tino. Las lágrimas lavan los ojos. El sollozo te trae un abrazo.

La muerte une lo que la vida separa. Lloras porque el difunto no verá la luz del día siguiente, aunque ya no sabes de qué sirve una vida secuestrada por el dinero. Lloras porque te apiadas del dolor de la viuda, los hijos, los padres, los hermanos, … Lloras con remordimiento y pena porque la vida te mantuvo distante del desaparecido y no pudiste despedirte.

La muerte resucita una comunidad, de dolor. Abre una ventana a la lucidez. Crea propósitos de cuidar las relaciones que la vida deteriora en este valle de lágrimas.

La muerte biológica es sólo materia, pero la muerte social está rodeada de sentidos. Nadie muere para que los vivos restablezcan la cordura si alguna vez la tuvieron, pero el momento de la muerte es una aproximación hacia una sociedad de amor.

La vida sigue y la insensatez puja por reinstalarse.

«Dios y mi canto saben a quien nombro tanto».

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