La hidra capitalista y el régimen del 78

Posted on May 6, 2015

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Mientras en esta España nuestra nos preparamos para un nuevo teatro electoral con liderazgos renovados (la nueva derecha de Rivera, la nueva izquierda de Iglesias, la izquierda secundaria y renovada con Garzón, la izquierda principal y renovada con Sánchez, la derecha secundaria y renovada con Díez y la derecha principal y renovada con Rajoy) e ilusionantes, allende los mares, en geografías de México, analizan el capitalismo en un nuevo seminario del zapatismo, considerándolo una hidra (Monstruo del lago de Lerna, con siete cabezas que renacían a medida que se cortaban, muerto por Hércules, que se las cortó todas de un golpe).

 

El capitalismo es un sistema social tan mentado como incomprendido o mal comprendido. A ese desconocimiento se refieren. Es tan incomprendido o malcomprendido como nombrado en vano. En esa vanalidad residimos.

 

Alguien que se aproximó a su entendimiento descubrió una cualidad quizá antes ya descubierta e ignorada mil veces desde sus descubrimientos. Notó que, cuando estudiamos el sistema capitalista, tenemos nubladas las categorías conceptuales para entender y nos fijamos en las sombras de la realidad, mas no en la realidad misma.

 

Miramos a la realidad con perspectiva histórica de presente y la realidad sólo se puede concebir usando perspectivas más largas. Miramos a la realidad con dimensión geográfica de nación todo lo más y la realidad tiene una dimensión global.

 

El capital y su lógica se hicieron hegemónicos en la revolución industrial que hizo sufrir tanto a los pueblos europeos durante décadas. Fueron los primeros en sentir en las carnes de varias generaciones los tormentos de la nueva época, en la mina o en la fábrica, más intensos que los que pudieron ejecutar otras formas de dominación social previos.

 

El capital desatado inspiró una nueva modalidad de colonialismo. De África se había sacado esclavos durante siglos, pero no fue hasta el gran hambre de recursos que el hombre blanco penetró en aquel continente. En el Asia próximo, décadas después, se encontró la fuente de energía para correr más rápido. No se libró el lejano oriente, donde además de otros recursos se encontró trabajo. La America del Sur fue exprimida nuevamente.

 

Se construyó un mundo grande por el que transitaban barcos, aviones, trenes y camiones para mover toneladas de todo.

 

El capitalismo ha sido capaz de empujar las fuerzas productivas y de obtener valores de uso excesivos (valores de abuso) y este exceso ha alejado más nuestra percepción de la realidad. Pero también ha condenado a la esterilidad a gran parte de la humanidad, que tampoco ha encontrado en la carencia ninguna luz para ver la realidad directamente. Sin embargo, en esas geografías despojadas surge el intento más lúcido y honesto de comprensión, porque el capitalismo es normalmente un sistema externo y ajeno que se impone. En el centro la explotación suscitó una queja profunda y una protesta que apenas sabían cómo zafarse; en el centro, se usó el fascismo contra el riesgo de cambio de gestor del capital y en el centro después de la pugna se amansó la amenaza con bienestar, consumo y espectáculo.

 

Por eso en los lugares en los que la hidra lo aplasta todo intentan conocerla para saber cómo se puede dar el hercúleo golpe de la sociedad al monstruo y por eso en los lugares en los que el heróico proletariado abandonó su rumbo hacia un socialismo que no venía claro en la brújula para convertirse en otra de las cabezas de la hidra se reflexiona sobre cómo mantener esa cabeza viva.

 

Ellos llevan siglos al margen y saben que el interior sólo es destrucción de comunidad, expulsión de sus geografías, despojo de sus medios de vida, proletarización, inutilidad para un sistema que sólo quiere su petróleo, su agua, su viento, … vida errante y sin sentido. Nosotros tenemos unas cadenas de oro a las que generacionalmente no sabemos renunciar.

 

Ellos construyen y protegen unos mundos que se resisten a dejarse atrapar por la lógica de la mercancía, el dinero y el capital. Nosotros reivindicamos la conservación de una hidra de color verde que tenga rostro humano con nosotros pues somos una de su cabeza, sin importar si allá lejos roba, mata o viola.

 

Ellos con dignidad y rabia vigilan y enfrentan a la hidra, mientra nosotros orgullosamente reivindicamos un cambio de régimen (y no pasa nada si no cambia pero la hidra y su régimen alarga la fiesta que se acaba).

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